Bienvenidos al blog

domingo, 2 de agosto de 2009

Don Nicasio Cerecedo Ortiz ( 2 )

En otra ocasión, eran como tres o cuatro charangas chicas, y unas grandes, y nos venimos papá y yo, y al llegar a la Punta de Buda, entonces afuerita, empezaron a gritar unas gentes… ¡auxilio! Que nos ahogamos.
Papá dijo: son los muchachos que vienen de las Guasimas, que es un lugar pegado a la Retama.
Se veía como que traían varas de otate, y costaleras de otate.
Papá dijo, ¡Vamos! porque esas gentes se vayan a ahogar.
Nos fuimos siguiendo los gritos, y cuando llegamos al lugar, ya estaban lo doble de retirado, y dijo papá: ¡Vámonos Cacho! Porque esto no es cosa buena. Se va a venir el norte. Y no era nadie.

Les voy a platicar, como una vez, se nos hizo de noche pescando, llegamos a la Cañada, eran como las 12 de la noche, y vimos una panga, con HACHO y arpón, y una canastilla, que se alimentaba con trapo con chapopote, en el Poste Alto, y se alumbraba con eso, la vimos con la luz, se miraba abajo el pescado.
Éramos Arcadio Cruz (mi suegro), Marcos Reyes y yo.
Alguien dijo… vamos a calentar el lonche y el café. Porque todas las noches hacíamos lumbre y lo calentábamos, esa vez, parece que ya nos daba, por que no quisimos hacer la lumbre. Cuando oímos una panga remando.
Dijimos, ¡mira! Esos andan como nosotros, andan buscando la vida. Y a los 75 o 100 metros, se oye cuando cayó la panga. Ahí estábamos, fue a la hora de que pasa el avión, y todavía pasa el avión, a las 12 de la noche. De la panga, nada se veía ya. Se desapareció.

Oímos que venía una recua de mulas, eran unas 5 o 6 mulas, por toda la orilla, y cuando los animales metían el casco, se escuchaba como si fuera lodo, se oía… zoooc, zoooooc; pero no había lodo, era puro cascajillo (cascajo del ostión).
Se oía como resoplaban las mulas… prrrr, prrrr, prrrr, y los arrieros venían hablando voces de ultratumba, no se les entendía nada, y ya cerquita de nosotros, como a 15 o 20 metros, las vimos nosotros, a las mulas, y una se atascó, y se oyó como cadenas, o dinero; ahogado el ruido, como de arandelas.
Nos paramos sin decirnos nada. Uno de nosotros agarro el remo, otro palanca, otro canaleta, y hasta como unos 200 metros, iba zumbando el bote de miedo.
Y todos cansados, entonces, dijo mi suegro, don Arcadio Del Ángel:
¡Vámonos! Que esto no es cosa buena.
Nos venimos, al llegar a la orilla, nos dijo, tiendan el hilo ustedes, porque yo me siento malo. Yo seguí yendo a pescar, con mis amigos. Le preguntaba por él a Cecilia, la mamá de mis hijos, me dijo días después, que su papá decía que si podía ir a verlo. Llegué a su casa, me pusieron una silla para que me sentara, mi suegro estaba malo, hablaba enterpejamado, y me dijo:
Te mandé llamar, para que vayas a sacar el dinero, que ese dinero es tuyo.
Yo le dije a mi suegro que sí, pero yo no fui, ¡que iba a ir!
Cuando regresé a mi casa, apenas llegando, que me vienen a decir que ya había muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por visitar el blog