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viernes, 31 de julio de 2009

Doña Bertha Salazar Cruz ( g y final )

En Pueblo Viejo, el cine lo mandó hacer Don Vicente, que tenia el cine primero, después a ese señor le pidieron ahí, ese solar, porque era de la Cooperativa.
Casi enfrente de la “Central”, que era donde estaba el primer cine, también se llamaba “Florida”, entonces ese señor lo paso para acá, Pilo le hacia la publicidad de las películas que iban a pasar y ponía cartulinas.
El que manejaba los aparatos era Raúl el “Paton” así le decían, y era al que la gente le gritaba. . . “cacaro, deja la botella “.
Pilo nadamas iba al pueblo, pues, por ir. Luego murió don Vicente, entonces la viuda siguió con el negocio del cine .Ella trabaja en Tampico, y su hermana le administraba ahí.

Luego la viuda de don Vicente le dijo a Pilo que le rentaba el cine, y ahí fué cuando ya Pilo arrendó el cine, Raúl “el Patón” seguía trabajando ahí, y cuando el ciclón del 55, quitaron el cine, porque se volaron las láminas, todo se destruyó el cine, medio se reconstruyó después, pero ahí pagábamos renta, no me acuerdo a quien le pagaba Pilo, porque ese terreno era de los Mar.
Entonces, ya después le dije, vamos haciendo el cine por ahí, en el solar mío, cuando empezamos a construir, o sea que mi hijo y yo nos encargamos del cine, y yo anduve ahí con los albañiles, vigilando la obra.
Ahora en lugar del cine, esta un local, que rento a un señor que hace ventanas de aluminio, y a lado, esta un local que está ocupado por una ferretería.

O sea, que los 2 primeros cines, estuvieron enfrente de la plaza, uno para el lado norte, y otro para el lado sur.
En el otro cine, mi sobrino Alfredo, era el que vendía los dulces, cacahuates y pepitas a vender, ese era negocio de la señora, de la mamá de don Vicente, el dueño del cine. Alfredo ahí trabajaba nadamas por ver las películas pos uno cuando esta chiquillo, pues dice ¡déjenme ver!
El primer cine, estaba en el lado norte, frente a la plaza de Pueblo Viejo, y el segundo cine, estaba en el lado sur, frente a la plaza también, y era el mismo dueño, don Vicente.
Ya ahí, lo hicimos en la mitad del terreno, y ahí está todavía la construcción, y estoy que quiero vender ahí, pero pues, todavía hoy, por ahora estoy rentando el local.

Mi abuelo era una persona muy detallista, el papá de mi mamá. Tenía una libreta, todavía la tenemos, nadamas que la tiene mi hermana Mavis en Cerro Azul; mi abuelo anotaba todo lo que pasaba en Pueblo Viejo de sobresaliente, ahí apunto una vez, que una vez, que me imagino que fue un eclipse, pero mi abuelo no pone eclipse, no sabía el eso, dice que nadamas de repente se obscureció, que andaban las gallinas en el patio, y se obscureció y las gallinas corrieron a subirse al palo, y al rato, volvió a aclarar, y se volvieron a bajar.
Luego una vez, que les cayó granizo en el pueblo, del tamaño de un huevo.
Por ejemplo, cuando se moría una persona, se enfermaba, o que alguien tenía, que le nació un hijo, y cuando necesitaban las actas, iban con mi mamá, que si no les prestaba la libreta, para ver la fecha de nacimiento de ellos, por que no se acordaban, y esa libreta todavía existe. Mi abuelo tenía todo eso apuntado.

Mientras yo pueda, y tenga inteligencia, voy a buscar la manera de no depender de nadie, y hasta ahorita, gracias a Dios, me ven en esta silla de ruedas, pero a mí, mi mente me trabaja muy bien, hago sabanas y fundas, he vendido ropa interior traída expresamente de México.
Porque mire, cuando falleció mi hijo, pues usted sabe que todo implica gastos, luego la enfermedad de mi marido, y mi enfermedad también; llego un momento en que yo no tenía ni un cinco. Yo me acordé de la tienda donde yo iba a comprar a México, yo siempre pagaba de contado todo, y entonces yo me dije ese día… ¿y ahora que voy a hacer? Ya había fallecido mi marido también ¿Qué voy a hacer? No, pos yo voy a hablarle a Felipe. Felipe se llama el dueño de la Parisina en México.
Y ya le dije, Felipe, te habla la señora Berta, y le di mis datos, exponiendo lo siguiente:
Mira Felipe, me paso esto y esto, yo quiero que si tu puedes ayudarme de esa forma, dándome a crédito mercancía, porque también quiero que confíes en mi, yo te lo voy a agradecer bastante, también.

Yo soy mujer, pero siempre he tenido palabra, y mi palabra cuenta mucho para mí, porque si alguien no tiene palabra, al menos para mí, una persona que no tiene palabra, no vale nada.
En eso quedo mi llamada a México, también le dije, Felipe, ten en cuenta que yo no vivo en la ciudad de México, pero tampoco te voy a quedar mal por eso.
Eso, si puedes darme crédito, y si no, pues deja ver si yo consigo dinero por acá, o junto, y ya te mandare, te abonare.
Bueno, se quedo un rato callado, pensativo creo yo.
Yo le dije, si no puedes, no hay problema, tan amigos como siempre.
Me dijo, no señora, es que estoy viendo cual empleada esta desocupada, para que le tome su pedido.
Luego, luego me mando en ese entonces, 5 millones de pesos de crédito.
Y empecé yo a vender, y a vender, y a vender. Y todo lo que ganaba, ¡va para allá! Y así duramos 17 años de negocios. Ahorita no le debo ni un cinco, pero ya no vendo esa mercancía, es que las ventas han bajado mucho, esta todo muy duro, la situación crítica.

He pensado, ¿ahora que voy a hacer? , bueno, ahora me voy a poner a vender sabanas, fundas; hago cortinas, manteles, mandiles de hule y de tela, juegos para la cocina, para la licuadora, agarraderas, de todo hago. Hubo un tiempo que tuve vivero, vendía plantas de ornato y medicinales. También vendía agua potable, ¡no, no! Aquí yo hago de todo.

ES QUE YO NUNCA HE SIDO NEGATIVA.

Ahorita estoy vendiendo chanclas, me trajo una amiga de Tampico, una caja llena de chanclas, me dijo, Berta, mira, aquí te traigo esto, para que vendas, y ya casi las termino. Las doy a un precio económico, e ahí el porque se están acabando.
Allá me siento afuera, y veo pasar a mis clientas de antes, y ya les digo que tengo en venta.
Mi esposo y yo, nos despedimos de doña Berta Salazar Cruz, agradeciendo sus atenciones.
Ella es un ejemplo de lo que es un espíritu con mucha fortaleza, una persona que se debe de admirar.

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