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miércoles, 29 de julio de 2009

Doña Bertha Salazar Cruz ( e )

Yo tengo aquí en Mata Redonda desde los 16 años de edad, tengo ahorita 67 años. Cuando llegué aquí, estaba la Refinería, estaba muy bonita, pues estaba en todo su esplendor.
Me gustaban mucho los bailes. A mí siempre me gustó mucho el baile.
Los hacían aquí, en la Cancha y en el Club Petrolero, aquí en Mata Redonda. Andábamos de fiesta en fiesta, a veces había bailes cada 15 días, y luego aquí venía a la plaza, porque había serenatas, a tocar la Orquesta Tampico de Claudio Rosas.
Cuando era Aniversario, aquí del Campo, traían artistas y orquestas.
Aquí en Mata Redonda, hay casas Estilo Americano, y bueno, las casas del Campo 18 eran donde vivían los jefes; y aquí, donde vivían los trabajadores, eran las “Camillas”, que estaban en el Campo “20 de Noviembre” que es este.
Las casas de madera, las verdes, que aun están, era donde vivían los gringos.

De puestos, había una frutería, un puesto de dominó, ahí en la plaza, yo ahí estuve trabajando también, yo iba a despachar con el señor que trabajaba ahí, ¡ah! Pos el papá de los Ochoa, Don Vicente Ochoa, era tío del Dr. Cantú Ochoa, por parte de su mamá. El trabajaba ahí, la dueña era la señora Pastora, y vendía billetes de lotería, y tenía un puesto de refresquería, y aparte tenía mesas de dominó, donde jugaban los jubilados, y los trabajadores.
Yo me acuerdo, que vivía enfrente de la plaza, y ya luego me vine a vivir para acá, o sea que si, si quería usted un solar, iba usted a Petróleos, y decía, oiga, quiero que me renten un solar para hacer mi casa, y usted escogía la parte que quería.
Cuando yo me vine a vivir aquí, todo era puro monte, también a los alrededores era puro monte; me sentía como apestada después de vivir en el Centro de Mata Redonda.
Aquí, me contaba una vecina, que se aparecía una mujer, pero yo nunca la vi, decía que en este solar mío, siempre se atravesaba una mujer toda vestida de blanco, pero a mi nunca se me apareció, quien sabe si haya sido cierto, ¡ quien sabe ¡
Me acuerdo, que le dije a mi marido, oye, vamos para que veas el solar que escogí, cuando vino conmigo dijo… pero que barbaridad, ¿este muladar escogiste?
-Nombre, espérate tantito, vas a ver que bonito va a estar aquí.
Mi esposo exclamaba: mira cuanta basura. Es que aquí ¡era basurero! Porque más allá había “camillas” que ya casi se estaban cayendo. Aquí venían a tirar la basura.

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