Bienvenidos al blog

martes, 28 de julio de 2009

Doña Bertha Salazar Cruz ( d )

Yo anduve de Méndez a Tamos, mi hermano se llevo a mi madre a Cerro Azul, y yo la seguía para cuidarla.
Creo que yo tendría 16 o 17 años de edad cuando llegue aquí a Mata Redonda. Me salí del pueblo a los 13 años de edad, después del ciclón Hilda, y ya no regrese a vivir allí.

Mis hermanos son:
Abraham Maya Cruz (+)
Ángela Maya Cruz
Antonio (+)
Maura Maya Cruz (+)
Laura Salazar Cruz (+)
Roberto Salazar Ramírez (+)
Pablo Salazar Ramírez (+)
Joel Salazar Ramírez (+)
Emma Salazar Ramírez (+)

Mi hijo era ingeniero, estudio en el Tecnológico de ciudad Madero.
Nació el 29 de diciembre de 1963, y murió a los 26 años de edad.
El era mucho muy inteligente, su carrera de ingeniero, en vez de haberla hecho en 5 años, la hizo en 3 años.
Bueno, el era de una inteligencia fuera de serie; ya que se recibió, fue y busco trabajo en la Comisión Federal, y fue allá a la planta de Altamira, todos los departamentos los recorrió, y en todos destaco.
Entonces, el superintendente, le dijo que lo iba a mandar a hacer un curso especial a Celaya, porque era un requisito. Entonces, el superintendente le dijo, mire ingeniero Héctor David Martínez Salazar, pues yo se, que usted esta demasiado capacitado. Pero esto es, pues un requisito que no podemos pasar por alto aquí en la Compañía. Tiene que hacer usted un curso de 3 meses.

Entonces mi hijo se fue, con otros compañeros de trabajo, rento un departamento; ya tenia como mes y medio de estar en el curso, cuando no se que paso, que empezó a sentirse mal, mi hijo estaba muy joven y era muy sano.
Y pues, ya me quede sola y ya a raíz de eso, y por la pena de haber perdido a nuestro hijo, mi esposo enfermo, porque nuestro hijo era todo su querer para el. Yo nunca me imagine que mi hijo se fuera a morir tan joven.
Una vez, durante el curso, llego a visitarnos y me comento, dile a mi papá, que ya vaya tramitando su jubilación, que yo ya no quiero que trabajen.
Porque yo toda la vida trabaje, me dedicaba a vender ropa, y yo traía hasta del otro lado, (yo me iba con Bertha Molar Lorenzo) nos íbamos a Estados Unidos, a Brownsville, y es que a mi siempre me ha gustado el comercio, y ya después cuando mi hijo se fue a Celaya, me dijo, mamá ya no quiero que trabajes, ya no vayas a México, ni nada, porque de ahora en adelante, yo los voy a mantener.
Mi hijo era alto, bien dado, muy sano, completamente sano, no le tomaba ni fumaba.
Desde que llego aquí, lo note cambiado, porque el me hablo por teléfono, y me dijo, mamá yo me siento muy raro, como que apenas empezaba a hacer efecto lo que jamás pudieron detectar.
Yo le dije, hijo, vente para acá, porque yo andaba en muletas. Vente para acá, vente hijo, para que vayas a ver a un medico, porque ya sabes que yo no puedo viajar. Bueno, pues ya se vino, un amigo, compañero del curso, lo vino a dejar en un taxi, lo dejo hasta el Paso del 106. Es que el les dijo, yo ya me voy para mi casa; y luego, llegando pues uno, como padres, les nota a los hijos, el cambió demasiado, dejo de hablar, no comía, no dormía; fue llevado al Seguro Social, teníamos la esperanza de que se recuperara, y saliera bien; pero si le hicieron estudios de todo, bueno, hasta le fueron hacer estudios a la Beneficencia Española y salio perfectamente bien, o sea, ¡no apareció nada! Nada de malo, ninguna enfermedad, ninguna lesión.
Buscamos por todos los medios su curación o alivio, pero es difícil, y pudiera decirse imposible curar lo que no es detectable o identificable.
Nuestro hijo falleció, y entonces mi marido estaba muy malo, de los nervios, se trastorno de la pena. Entonces, me hablan por teléfono, me preguntan ¿Cómo estas?
-Pues yo estoy, ¡ya te imaginaras!
El que esta muy malo es mi esposo, se esta trastornando, no quiere comer, es que desde que llegamos del panteón, ya no quiso comer, nomás se la pasaba encerrado, fume y fume, y llore y llore, porque Héctor era todo su mundo para el. Y vino mi amiga, con otras amistades, a tratar de consolarnos, y confortarnos.

Les digo que mi hijo era tan, como les diré, tan bondadoso, que si alguien le hubiera dicho dame tu trabajo, dame ese puesto en la compañía, porque ese puesto era tan codiciado por varios trabajadores, mi hijo de seguro se los hubiera cedido.
Cuando el andaba ya trabajando en Comisión y los amigos de su generación estaban atrasados en los estudios, llegaba aquí a la casa a las 5 de la tarde, se bañaba, y se iba al Tecnológico de ciudad Madero, a darles clases a los amigos que andaban atrasados.
Un amigo de mi hijo, el día que falleció, lloraba desconsolado. Después, cuando el sepelio, estaba aferrado a la caja, que no dejaba que se la llevaran.
Me dijo, señora, usted no sabe lo que hizo su hijo por mí.
Su hijo, cuando estaba yo para titularme, estaba propenso a la tuberculosis, y su hijo iba hasta mi casa, me llevaba los cuadernos, hablo con los maestros, entre todos se cooperaron, y me llevaban las medicinas, y eso usted no lo sabia. Pero eso no se me olvida, como llegaba hasta con frutas, para que yo me restableciera.
El día que se caso ese amigo de mi hijo, mando un carro para mi y algunos de mis familiares, para que nos llevara a su boda.
¡Imagínese! Mi único hijo.
Yo la casa la hice pensando en él, con muchos sacrificios y este, pero pos no, ya que me quedé sola. Me acompañan mis sobrinos, pero no es igual.
Mi hijo tiene ya 18 años que falleció. ¡Imagínese!
Pero pos ni modo, Dios así lo dispuso, y ni modo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por visitar el blog