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viernes, 24 de julio de 2009

Familia Domínguez Zacarías/ C.P. José Ernesto Zetina Dominguez

La secundaria nocturna, dentro de su muy numeroso alumnado, contó con la asistencia a la misma de:
Noemí Domínguez Viramontes.
Lilia Guillen.
Dorotea Peralta Rosas.
Lidia, Leonor, Elsa y Lucio Valladares, hijos del matrimonio de don José Valladares y de doña Tana, los cuales eran dueños de la carnicería “Los tres hermanos’, que se localizaba, junto al famoso cine del pueblo. Frente al cine y la carnicería, don Hilario, vendía verduras en un carretoncito. Otra persona, que vendía verduras, por la carnicería de los Maya, era un señor de apellido Acosta.
Nino, también recuerda, que el litro de petróleo, se vendía en 25 centavos.
Que en el centro de salud, que se ubicaba donde hoy vive el dr. Santillán, atendía doña Luchita, la cual inyectaba y era partera. Su hija se llama Gloria.
Por la lomita, que va rumbo al cementerio del pueblo, existía una casa de madera, donde la mayoría de los chiquitines del pueblo, recibían apoyo en el estudio.
Ahí enseñaba, doña Columba Gómez, señora muy respetable, de origen cubano.
La maestra Columba, enseñaba, todos los días de la semana, incluidos los sábados y domingos.
Cuando Nino, ingreso a la primaria, ya sabia leer y escribir, gracias a las clases de la maestra Columba.
La maestra, amedrentaba a los chiquillos flojos, con un par de cinturones, a los que denominaba “café con leche’, solo les decía, a los chiquirrines, mientras señalaba los cinturones que colgaban de una pared… se me hace que quieren “café con leche”.
Pero nunca, llego a pegarle a algún alumno.
Los ponía a llenar planas de la escritura manuscrita.
Bajo la sombra de un higuerón, repasaban las tablas de multiplicar… ¡cantándolas!
Y los acompañaba, en ese repaso, un cotorro, al que llamaban “Don Nato”.
También el cotorro, lanzaba al viento, sus gritos de… ¡Columba!... ¡Tengo hambre!
Era tan buena como maestra, que hasta a don Pancho y a don Manuel, unos chinitos, les enseñó a hablar, leer y escribir el español.


Al lado de la casa, de la maestra Columba, vivía doña “Uche”, y su familia; eran filipinos y vendían dulces.
Otra persona, que también se dedicaba a la venta de dulces, era la señora, conocida por todos como “La pilla”, pero su radio de acción, era en los alrededores de la primaria “Expropiación Petrolera”, ella aun vive, y es posible localizarla, los viernes de rodante, por las mañanas.
Otro vendedor ambulante, era don Pavito, propietario de un carretoncito, muy surtidito de dulces y golosinas.
Gracias, Nino, por estas remembranzas.

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